jueves, 22 de marzo de 2012

A Vejer

Atalaya blanca que emerge de la campiña de la Janda, ciudadela creada en trazos arabescos de piedra y cal acariciada por el Atlántico en su pedestal de arena fina. Enmarcada de luz por Traflagar, testigo fiel de una historia ancestral. Desde tus muros se otea Berberia, dejando su cordillera una estela de huellas del pasado, por donde aquella raza morisca accedió atravesando las columnas de Hércules a tu inmaculada peña inhiesta sobre la verde campiña. viejos acebuches, lentiscos y jaras guardan tus faldas..., y la piedra, esa piedra gris que atestigua el paso de unas raíces cultas y sabias, que transmitieron la astronomía, la geometría de las matemáticas que en tus paredes y techos se convirtieron en arte. El arte de la gineta (jineta) de los hombres de a caballo, esos llamados en el desierto "los hijos del viento", lo dijo Alá, lo dijo el profeta. El tintineo del agua que corre por tus huertas símbolo del saber en las canalizaciones, esas que traían a tus puertas el transparente liquido que da la vida, que sacia al sediento y que riega tus huertas. Doy fe de tu elegante figura, de tu fina estampa, del señorío de tus casas y callejas, que serpentean en pos de tus encantos. El aroma a jazmín y azahar en tus patios envueltos en la transparencia clara del éter. La belleza de lo eterno y de lo que perdura a través del tiempo, la rosa en tus ventanas y enredaderas en tus muros...,y tu nombre, siempre tu nombre...Vejer de la Frontera, esa que costo ganar al moro porque siempre ha estado y estará bien defendida entre sus muros que la abrazan y no dejan que sus encantos se pierdan en la noche de los tiempos.

                                                                         Fco. Fdéz. Maldonado

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