sábado, 31 de marzo de 2012

Sin teoria, la practica es incierta

Todas las ciencias y artes tienen principios y reglas a las que se deben descubrimientos que conducen a su perfección.
La equitación es solo para la cual a primera vista parece no exista mas necesidad que la de la practica, sin embargo, la practica desprovista de verdaderos principios, no es otra cosa que una rutina ignorante basada en una ejecución forzada é incierta, que no tiene mas que un falso brillo capaz de deslumbrar a personas de escasos conocimientos, sorprendidas frecuentemente mas por la belleza del caballo que por el merito del que le monta. De aqui el corto numero de caballos bien ediestrados y la poca capacidad de los jinetes.
Esta carencia de principios, hace que los alumnos no se hallen en estado de discernir los defectos de la perfección, no teniendo otro recurso que el de la imitación; y sabido es por desgracia cuanto mas facil es adquirir una practica defectuosa que perfecta.
Quienes queriendo imitar a los que tratan de hacer brillar todo lo posible al caballo, caen en el defecto de tener la mano y las piernas en continuo movimiento, despojandose de toda gracia, dando una posición falsa al caballo, viciando el apoyo de la boca y haciendole incierto a las piernas.
Quienes tratando de buscar una precisión y finura que ven practicar a otros, que tienen la sutileza de escoger siempre sus caballos entre los de una boca excelente, caderas y recursos poderosos, cualidades que no se encuentran mas que en un corto numero de ellos, solologran con su servil imitación amortiguar la energia y quitar toda la gracia con que la naturaleza habia dotado al caballo puesto entre sus manos.
Otros finalmente arrastrados por el pretendido buen gusto de publico, cuyas decisiones no son siempre oraculos y contra lasa cuales la timidez no se atreve a revelarse, se encuentran despues de un largo y asiduo trabajo con no tener mas merito que la lisongera y quimerica satisfacción de creerse mas habiles que los demas.
Nuestros Maestros, tan celebres en los buenos tiempos de la equitación y cuya perdida es tan sensible aun en el dia, no nos han dejado desgraciadamente reglas generales para conducirnos en la dificil y critica situación en que la actualidad se encuentra por efecto de la revolución introducida en ella, bien por las exigencias del siglo, bien por la inmensa diferencia que existe en la raza caballar.
Privados de estas ventajas nos ha sido forzoso buscar la verdad en los principios de los que nos han dejado por escrito el fruto de sus trabajos y de sus luces.
La opinión de los que creen que la teoria no debe apreciarse en nada en la equitación, no me impedira sin embargo sostener que es una de las cosas mas necesarias para obtener la prefección. Sin la teoria la practica será siempre incierta, insuficiente e ignorante. Convengo en que en un ejercicio tan corporal, la practica debe ser inseparable de la teoria, puesto que por medio de ella descubrimos la naturaleza, inclinación y fuerzas del caballo, y que por este medio se desarrollan sus recursos y bellezas, sepultadas en el letargo de sus miembros, pero para llegar a comprender la sublimidad de esta ciencia es  indispensablemente necesario que una teoria solida y clara allane las dificultades de la practica.
La teoria enseña los buenos principios, que lejos de oponerse a la naturaleza concurren a perfeccionarla con el socorro de la ciencia.
La practica proporciona la facilidad de ejecutar lo que la teoria enseña, y para adquirirla en un grado conveniente se necesita amar al caballo; ser vigoroso y atrevido y tener mucha paciencia.
Tales son las principales cualidades que forman el verdadero jinete.
Pocas personas existen que no amen al caballo en agradecimiento de los servicios que les presta; y si alguna piensa de otra manera su indiferencia esta bien castigada por los accidentes a que la expone.
Al hablar de vigor y atrevimiento no se alude a la fuerza violenta y a la imprudente temeridad de que hacen alarde algunos jinetes y que les expone a grandes peligros; sino a una actividad energica que mantenga  al caballo en el temor y en la sumisión por las ayudas y castigos del jinete, el cual conserva al mismo tiempo el equilibrio,, gracia y desembarazo que constituyen las cualidades mas brillantes y esenciales del hombre a caballo.
La dificultad y largo tiempo que exigen la perfeccion y adquisición de estas cualidades hace decir a varias personas con una afectada capacidad que el picadero no es util para nada, que gasta y arruina los caballos, no sirviendo mas que para enseñarles a saltar y bailar haciendolos inutiles por consecuencia para las fatigas ordinarias. Este falso principio es causa de que infinidad de personas descuiden tan noble y util ejercicio, cuyo resultado es el de aligerar los caballos haciendolos dociles y revueltos, circunstancias sin las que todo caballo, bien sea de guerra de caza o de escuela no podra ser agradable en sus movimientos ni comodo para el jinete.

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