En el ámbito del PRE, de las alrededor de 1000 ganaderías registradas
en el mundo, no llega a una veintena las que están orientadas hacia el
deporte. Incluso algunas de ellas no quieren asumir exclusivamente el
calificativo de "yeguada para el deporte", quizá por temor a abandonar
su mercado tradicional del morfológico y del caballo de silla. Se trata,
en cualquier caso, de un bajísimo porcentaje que no permite comparación
con otras razas o marcas de caballos, en las que el 100% de la cría
está orientada al deporte. La pregunta que surge es, ¿Y qué más da? ¿Qué
importa que se críe para las competiciones morfológicas, y más si sigue
habiendo demanda?. La respuesta, desde el ámbito de la Doma Clásica es
que ello supone un grave daño a la raza, un daño que se extiende a todos
los animales, a todas la ganaderías, y más al contar hoy con las
técnicas de bio-reproducción asistida que permiten multiplicar por mil
su área de influencia.
Criar con el solo criterio de la belleza destruye la funcionalidad de
los animales. Así llevamos más de sesenta años, criando para un mercado
de clientes que pugnan por tener el caballo morfológicamente más bello,
sin importar la fuerza, la resistencia, la elasticidad, la flexibilidad
de nuestros animales. Esta es una realidad que en un mundo cada día más
volcado, en todos los ámbitos, en ver la vida desde la utilidad, desde
la función, nuestra cría de PRE se hace absolutamente anacrónica, tanto
como los huevos joya de Fabergé, famosos por haber sido creados para los
zares de Rusia para ser regalados a las emperatrices en Pascua. Todos
ellos descansan tras fuertes medidas de seguridad, el temor a que se
rompan, se dañen, hace que sus "boxes" sean de cristal blindado. Esto es
algo que está acabando con la raza en lugar de protegerla, conservarla y
transmitirla a generaciones venideras.
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